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Origen

Desarrollo Histórico de la Luz Artificial

Según un artículo de Diego Arias Serna, Presidente Fundación Semillero Científico EAM, de Colombia; para poder llegar a la luz, que en la actualidad ilumina nuestras vidas y forma parte de una de las necesidades básicas para el ser humano, debemos remontarnos al hombre prehistórico que salió de las tinieblas de la noche cuando aprendió a manipular el Fuego hace 790.000 años, lo que le permitió iluminar sus cavernas. También logró el primer ‘aire acondicionado’ al obtener calor con las llamas e igualmente empezó a cocinar los alimentos. Fue tan importante este invento que el culto al fuego reemplazó al que se le hacía al Sol.


Richard Wrangham, antropólogo de la universidad de Harvard, sostiene que el cocido de comidas con vegetales pudo haber disparado el aumento de la capacidad cerebral, ya que los carbohidratos complejos de alimentos con almidones fueron más fáciles de digerir, lo que garantizó que el hombre prehistórico asimilara más calorías.





Cuando apareció el candil, recipiente o primitiva lámpara fabricada de diferentes materiales, probablemente hace unos 50 mil años, además de la madera y el carbón de leña, se usó como combustible aceite o grasa de origen animal y su cráneo se empleó para poner en su interior estos combustibles con una mecha de trenza de pelos. A continuación se reemplazó la cabeza por recipientes de piedra para la misma función. En Mesopotamia, hace unos 4.500 años, se usaron conchas de moluscos marinos como lámparas.




Siglos más tarde se comenzaron a utilizar los tizones, que los egipcios y cretos fueron mejorándolos, colocando paja envuelta o estopa alrededor de un pedazo de madera, untadas con cera de abejas y resina, algunas veces perfumada. La vela se inventó en Egipto alrededor del siglo XIV a C.


En la antigua Roma, las tinieblas se iluminaron con las lámparas de aceite, que fueron colgadas al techo con una cadena que a lo largo del tiempo se iban decorando con labrados y ornamentos de metal. Las más luminosas poseían varios picos con sus respectivos pabilos. 



Más tarde, en la Edad Media, aparecieron otros tipos de iluminación, como las linternas con pabilos internos. Los amplios recintos se iluminaron con hacheros y candelabros de hierro forjado, artesanalmente ornamentados. Las velas se mejoraron para que produjeran menos humo.


El inventor alemán Freidrich Winzer patentó la iluminación a gas de hulla, se designan a las mezclas de gases combustibles que arden con llama luminosa y que se forman por destilación seca de hulla o carbón de piedra, sin aire, a temperaturas de 1200 a 1300 °C., en 1804, y una termolámpara usando gas destilado de madera se patentó en 1799, aunque en 1795 William Murdoch instaló un sistema de alumbrado similar para una fábrica en Inglaterra. A comienzos del siglo XIX la mayoría de las ciudades europeas y norteamericanas iluminaron sus calles con estas lámparas.



Desde principios del siglo XIX, varios inventores ingleses hacían los primeros intentos por demostrar que era posible generar luz con la electricidad gracias al arco voltaico. Este término se refiere a la descarga eléctrica que se produce entre dos electrodos sometidos a diferente carga y colocados en una atmósfera gaseosa manipulada. Esa descarga provoca un calentamiento y una luz, similar a una llama. El químico Humphry Davy era el primero en demostrarlo en el año 1800, lo hizo al crear luz utilizando un hilo de platino, en una primera muestra de lo que serían las bombillas incandescentes.

A partir del descubrimiento de Davy, el francés León Foucault desarrolló en 1840 una lámpara de arco, que por descarga eléctrica entre dos electrodos de carbón producía luz. Este método se utilizó para el alumbrado exterior en las calles.

La gloria de Thomas Edison se prendió cuando, en 1880 patentaba la que fue la primera bombilla incandescente con perspectiva comercial: contaba con un filamento de carbono y el vacío en el interior del receptáculo de cristal, una combinación que le daba unas 40 horas de vida útil. En 1901 se inventó la bombilla de vapor de mercurio, precursora de la lámpara fluorescente.

Thomas Edison

La protección del medio ambiente ha obligado a reemplazar las bombillas de Édison. En los años 20 comienzan a ganar popularidad un tipo de bombillas en las que no hay filamento incandescente, sino una corriente eléctrica que atraviesa un tubo casi al vacío o lleno de algún tipo de gas. Es la base de las luces de neón, las de sodio o los fluorescentes.

Hoy en día son los LED los que han recogido el testigo de otras tecnologías como el modo más eficiente de dar luz a nuestras casas y calles. Están basados en el uso de un semiconductor para transformar la electricidad en luz y su eficiencia. 
Los LED blancos son la moda en la iluminación de todo espacio que requiera luz, garantizándose mucha más durabilidad de las bombillas, mucho menos consumo de energía, y por lo tanto, mucha menos contaminación.





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La luz fortalece o encubre las características físicas de los objetos, dotándolos de distintas cualidades y valores corpóreos y simbólicos. La luz es la influencia más importante en nuestra percepción visual del mundo; vemos mucho más de lo que podamos tocar u oler.   Podemos entender la forma del mundo físico por la manera en que cae la luz y proyecta la sombra revelándonos formas y texturas, sin tener que tocar un objeto. Dirige la atención del espectador dando énfasis o quitando énfasis a objetos o espacios. Es el factor clave en establecer un estado de ánimo, el humor, el tiempo, la hora y el ambiente. Puede ser visualmente unificante o separadora, delineando las relaciones de composición. Además, provee al ambiente de variedad de valores estéticos, funcionales y simbólicos. Debemos pensar en la luz como herramienta artística ausente de límites. Como artistas podemos manipular la luz a voluntad, enriqueciendo así el espacio, pensando como incidirá en la obra y que carac